viernes, agosto 29, 2008

la número cinco, parece


Siempre llego a lo mismo, pero sigo con las declaraciones juliadas (curadas, juradas, culiadas). Anoche tuve un ataque de sinceridad poderoso con lo que hago, con lo que escribo. Fue bien extraño, tenía muchas ideas bullendo por los aires, pero siquiera acerqué el cuaderno para escribir. Era algo así como la invitación, pero sin la dirección; eso de "sé llegar, pero no sé cómo se llama la calle", ¿se entiende?. Ok, más de algo se perdió, pero algo más fuerte se dibujó en la penumbra del depto. Algo que me entusiasmó. Por ahí rayé las hojas finales de un libro que tengo (ése de edición 1932 que compré en El Belloto y que aún no me animo a leer y que no me acuerdo cómo se llama), pero sólo fueron citas de Parentesís, la segunda película que me repetí anoche (eso de que hay personas hechas del mismo material que los sueños, es la zorra).

En general, estuve revisando mis dvd, comiendo cabritas, tomando ron con jugo (ron con jugo po!), dando vueltas en lo de siempre y en cosas nuevas, y cuando fue la hora, la hora del señor responsable (de la querencia), me acosté a soñar con playas grises y personas sin cara. Fue notable, no el sueño, lo anterior: aunque este fin de mes me tenga con polillas en la billetera, pude darme un gusto como los de antaño, cuando era un ratón huraño que vivía encerrado en su mundo. Una rareza agradable.

Lo mejor es que eso de que tomar solo es para perdedores, perdió consistencia. Hacerlo no es tan depresivo como se dice (posiblemente me auto convenzo). No cuando armas tu panorama a conciencia, con antelación y dedicación. Dedicación contigo, obvio. Hacía tiempo no me sentía bien con lo que hacía, con lo decía, con lo que proyectaba en papeles. Me di cuenta que voy bien. Y aunque lo parezca, no es fácil darse cuenta de esas cosas... es heavy llegar a ese punto, porque puedes terminar pausando tus inquietudes, y no es la idea. Eso vendría siendo una muerte rápida; una decapitación con guillotina. Al final de cuentas, escribir puede salvar mi mundo (el mundo, el resto del mundo, lo salvan los que creen que lo salvan). No hay un discurso que cuidar; no hay de quien esconderse; no hay arengas a la sombra de nada. Todo está a la mano, a mí mano. Lo veo claro, lo veo TAN claro, como dicen en las películas malas. Hay de todo, los ingredientes están en mi mesa. Y en mi mesa están las personas que quiero que se enteren.

Pero no me voy a poner a llorar tampoco, si la cosa no es tan importante. Lo que pasa es que yo le doy importancia a todo (según muchos, más de la cuenta), y eso es otro asunto.

Para finalizar lo que siquiera tuvo comienzo, pasé varios minutos en la preselección de los cuentos para el Stgo en cien palabras de este año. Tres títulos que consideré ganadores, pero uno que sobresalía del resto. ¡A ese nivel de seguridad! Hasta ahí todo bien. Me fui a la página, ingresé el rut, copié el primer cuento y se cayó internet con esa exactitud Murphy del peor momento. De tanto pinchar el "send" me hizo enviar dos cuentos repetidos, y por lo tanto, perder una posibilidad más de ganar con el que, más encima, creía era el mejor de los tres relatos. Mala onda. Pa'qué tan mala onda, por la chucha. Pero filo, estoy bien, ese cuento quedará guardado para otra oportunidad. Aunque, conociéndome, cuando pase el tiempo lo más probable es que lo guarde como un simple recuerdo. Y los recuerdos no se van a concurso.

Esta fue la declaración número cinco, parece... (como si no lo supiera)

Hoy es viernes.

martes, agosto 26, 2008

Temperada de conejos... TEMPORADA DE PATOS!


Cuando una historia cotidiana, ambientada en un domingo caluroso de desgano simple - bien de clase media -, se transforma en una película fresca, divertida y con forma, te das cuenta que no estamos en una sequía de historias, como muchos dicen, sino que dejamos pasar las simplezas más ricas de la vida de puro giles que somos. Y eso se aplica, sobre todo, a los que andan por ahí lamentando sus vidas fomes, sus historias, según ellos, vacías...

Temporada de patos (inevitable no acordarse del pato lucas y Bugs "hijo de puta" Bunny) es de ese tipo de películas que en la realidad pueden pasarle a cualquiera, pero que en el fondo sabes que nunca sucederán. Es decir, no a ese nivel. Y es en esa contradicción, tan común también en los libros, donde te enganchas, te identificas, y terminas con una sonrisita al momento de los créditos. Entonces te estiras, te paras del sillón - o de la cama, depende -, y muy tranquilo te dices "buena, ah?", y la recomiendas como hago yo ahora.

Bájela o arriéndela, en serio!

Temporada de patos

Director: Fernando Eimbcke

País: México

México: 2004

Imagen y palabra, nunca al revés


L'enfant Terrible

viernes, agosto 22, 2008

Y no sé porqué...


Es viernes. Aunque llegué un poco antes a la estación, dejé pasar un tren. Al final me fui a la hora de siempre. Tontera. Podría decir que no pasó nada especial, pero algo rompió el recorrido trazado: el metro se detuvo a mitad de camino. Fue casi entrando al túnel del estero, a unos cinco minutos de salir de la estación Quilpué en dirección Puerto. Yo iba con fonos, leyendo las peripecias de Manuel y Gloria, y al detenernos escuché el murmullo típico de los grupos que se preguntan entre dientes, bien bajito, qué pasa. Yo también me lo pregunté. El pitido de los parlantes internos de la máquina me hizo sacar el fono izquierdo, esperando el mensaje "importante" que no tardó en llegar:

"señores pasajeros... eh... el tren se detuvo por el botón de emergencia... y no sé porqué"

"y no sé porqué". Otro pitido, el silencio y los murmullos otra vez. La gente movía la cabeza para lado y lado, como buscando explicación en algún pasajero traductor que dijera qué cresta quiso decir el conductor. "señores pasajeros, estamos a punto de estrellarnos contra una roca de granito del porte de un elefante gigante, marciano y repleto de dinamita.... y no sé porqué". Por ahí se escucharon algunas risas flojas. Otros seguían durmiendo y ni se enteraban. Unos segundos más y el tren, poco a poco, recuperó la marcha. Yo me puse el fono otra vez, retomé el libro, y me olvidé del asunto.

Eso pasó este viernes en la mañana. Hoy. Nada especial, repito, pero algo pa'contar, pa'ejercitar la mano, loco. Bueno, los dedos en realidad...

miércoles, agosto 20, 2008

martes, agosto 19, 2008

Mi gin Tonic

Hoy en la mañana, caminando por Libertad (suena linda la wea), venía escuchando a Calamaro, pensando en si había por ahí un clip nuevo pa'ver en youtube. El tema que escuchaba era Mi Gin Tonic, uno de los más "Calamaro" de su más reciente discacho, La Lengua Popular (con el gran Liniers en el arte del disco). Bueno, la cosa es que esa canción, sin ser una genialidad ni mucho menos, tiene aciertos bien rescatables que vale la pena apartar de las melodías pegajosas del chascón argentino. Eso de "Hay días para quedarse a mirar/ hay días en que hay poco para ver /hay días sospechosamente Light/hay un deseo que pido siempre que pasa un tren" se me hace tan sencillo, tan cotidiano, que, mínimo, lo silbas... Es casi una norma (al menos pa'mi) eso de tener días felices sin sentido; días que no sabes de dónde cresta salieron y que, si bien los disfrutas, son tan sospechosos como la sonrisa amarillenta de un político.

Al llegar a mi pega me acordé, busqué alguna novedad de "Calamardo" y fue piola darme cuenta que youtube tenía el clip del tema que minutos antes mascullaba entre dientes. Acá lo cuelgo pa'l que quiera sapear. Y para tenerlo en mi espacio, obvio.

martes, agosto 12, 2008

Declaración Culiá Número... eh... ¿tres?, ¿cuatro?



(atención: ciertas palabras van con link. No tienen necesariamente relación con lo dicho, pero bueh)


Yo no sé. Bah, la verdad es que sí sé, pero no quiero saber. O no quiero dejar en claro que sé. Un enredo bien grosero que entiendo yo no más. Hay tanto dicho. Hay tanto, tanto que decir. Podría llenar megas y más putos megas escribiendo de lo que se me pasa por el mate. Pero no... Aparte ni tiempo tengo. Y cuando tengo tiempo, no tengo computador. Cruel la wea. O tragicómica, según el día. A lo más ese cuaderno, que ya se perfila como bitácora sin sentido, recibe las más directas acotaciones, los mejores aciertos - según yo -. Como sea, a esta hora hace frío, tomo café -cuando nunca me ha gustado - y escucho The Doors un rato. Es martes recién, aunque cachando el feriado de esta semana, vendría siendo un miércoles falso. Me dieron ganas de una cerveza helada, una Corona podría ser, o una Escudo, pa'qué tan exigente. No es raro ese antojo, y eso que tengo la guata caliente con el café - y ya comienza la taquicardia que me provoca -.

Hoy, entre el metro mañanero - que venía más lleno de lo normal - leí una frase para recordar. Lo estúpido es que se me olvidó. Ahora, entre darme cuenta que mi memoria a corto plazo es una porquería, hago una pausa y hojeo el libro otra vez... "una canaleta tapada con las hojas se rebalsa", ya la encontré. No tenía la misión de ser metáfora, pero a mí me hizo mucho sentido darle esa labor. Es de "Diez noches de conjura", el libro-oferta que compré en la agónica librería "Contrapunto". Nunca caché el autor, nunca caché el libro, pero estaba a quina, y esas cosas no se dejan pasar. En todo caso, hasta el momento va bien. Por lo menos es fluido. Igual cabe decir que después de Los fusileros no hay mucho que hacer: la vara quedó bien alta.

Anoche soñé. Bueno, dicen que siempre uno sueña, pero que en el transcurso de la mañana se te olvida. Yo soñé con puros revueltijos de historias y personas, confusiones al más puro estilo Eternal Sunshine, pero con menos glamure y presupuesto. A lo Carlos Pinto no más. Producción nacional. Chucha, de verdad ya se me está olvidando. Algo de una casa que no era mi casa; algo de unas caminatas con amigos que no eran mis amigos; algo de una lluvia en conce que no era conce. Filo, ya se me le jué.

Ah, voy a enviar cuentos a Stgo en Cien palabras. Concursaré otra vez, qué fue! Aunque me hayan publicado el premio es importante, no me vengan con cosas! Tengo confianza en los nuevos breves que he anotado por allí. Un palo no es menor. Por unas cuantas palabras, mucho mejor. El de la puta, el de la gotera, el de la servilleta. O algún otro. Ya me daré el tiempo de revisar.

Qué más podría contar. Un, dos, tres -talla de anciano -. Es un hecho, hace tiempo no me daba el tiempo de teclear. Es agradable la sensación. Escribo todos los días, pero no tecleo sensaciones hace rato. ¿y de qué tecleo, señor locutor? El pasado, oiga... el pasado, el presente, o el futuro; la cercanía, la distancia, las amistades, o el amor. No quiero segmentar. pa'qué. Mejor mezclar todo y que la cosa fluya no más. Por ejemplo, ahora, que ya han pasado sus buenos minutos - escribo de a ratos -, suena Víctor jara con El arado. Será tiempo de cerrar, ¿no?

Esta declaración se volvió un desorden agradable. Ahora Víctor canta el cigarrito. Una broma musical, estoy dejando de fumar...

sábado, agosto 09, 2008

Temazo, nada más!

martes, agosto 05, 2008

Ojopiojo!