martes, enero 13, 2009

yo, a veces, yo, otras veces, y el tiempo que sigue tirando cartas al aire

"No es un cover, o una base ocupada... es alcance de melodías, nada más"

Yo, en algún momento del día, o de la tarde, o de la bien tarde (aunque no creo)

martes, enero 06, 2009

camino al jardín


No sé. Es como si un día cualquiera te adelantaras a la persona que te encuentras camino al trabajo todas las mañanas; pasar unos segundos antes por esa esquina y ver que ese señor, el de siempre, viene lejos, que subirás primero al tren. Lograr distinguir en esos segundos lo de siempre, pero con desvíos en las sensaciones, piezas dispuestas en otra ubicación. Es un poco la vida cotidiana pero en niveles extraordinarios. Podría explicar de muchas formas todo esto, ¿sabes? pero a estas horas de trenes sordos no puedo más que decir lo que me nace, muy desordenado, como mi cabeza, como los dedos al escribir lo que escribo. Tal vez en alguna oportunidad, cuando volvamos al parque, pueda responder los deseos de nuestras manos, de nuestras bocas, de nuestras mentes. Y las bombas de flores que estallaran a nuestro lado nos dejaran sordos, mudos, pero nunca ciegos. Pero nunca, insisto.

A estas horas de la noche las casas parecieran florar. Sus techos son alas rectas, firmes, y van liberando plumas de zinc como si nada. Me gustaría poder fotografiar sensaciones, tener ese poder, poder mostrártelas cuando vuelva a tenerte cerca y no tener que hablar tanto. Los aviones a lo lejos explotan, sus luces quedan levitando, y yo me quedo tirado en el sillón leyendo las noticias de espectáculos para ver qué es lo que haremos la próxima vez que caminemos por ahí.

En eso la puerta, el par de golpes, y yo que avanzo descalzo para abrir. Es madrugada, hasta los grillos duermen. Es tonto, pienso que eres tú.. pero es otra persona, es otra persona que no conozco, que nunca he visto en mi vida, pero le sonrío y le invito a pasar. Ahora, mientras escribo esta parte, está acá a mi lado, recortando fotos del diario que hace un rato leía. Le conté un poco lo que siento y me dice que entiende a lo que me refiero. Que entiende perfecto. Me dice que a él también le pasó, que aún lo vive. Lo extraño es que no habla, al menos no de la forma que conocemos. Lo que dice me llega por medios que desconozco. Pero ve, pero observa, pero gesticula. Es lo importante, pienso. Eso y que entienda. Le muestro tus cartas, tus recortes, tus collages, y sonríe. Su cabeza gira como apunto de desprenderse del cuello, pero es su risa, es su forma, su estructura.

En lo que voy a buscar un trago para compartir, veo y ya no está. Medio minuto, no más, y la puerta, y la ventana, y las cortinas, ya son luminosas. Es de día, mujer. Podría contarte tres onomatopeyas más de aves que cantan a esta hora, y te encantarían, pero no lo haré en respeto a tú dificultad para reproducirlas. Además, debo preparar mis maletas para verte otra vez. No sé muy bien lo que pasará pero hay algo de cotidiano extraordinario, un poco de espectáculo y sonrisas: igual, mejor, superior. Cierro todo y salgo, salgo cantando la canción que no existe pero siempre te cantaré. Los grillos me observan desde la esquina de la puerta, y me cantan también, me cantan el tema de la alegría (o alegoría?), que es justamente como me siento ahora. Y espero mañana, y pasado, y pasado, entrando y saliendo de tu hermoso jardín, esperando tus dedos eléctricos sobre mi áspera cara insomne.

sábado, enero 03, 2009

=)

¿cuál es tu función en la vida?