martes, diciembre 21, 2010

La necesidad de presencias aladas

(antes de todo, play)








Entre cien o doscientos motivos, su rostro permanece intacto, rígido, flotando en una acuosidad extraña y asquerosa que se esparce. Yo me doy cuenta apenas lanzo la primera frase confusa. Y digo confusa porque el miedo desarticula cualquier comentario. Más para mi, en el centro del espíritu que soy ahora, todo el sentido de los primeros segundos se van en una coladora de hielos que me riega y recorre.

(corre)

El asunto es que su rostro parece de piedra, los silencios pesan toneladas y las toneladas son, bueno, llagas invisibles que te destruyen de a poco, de a gramos.

- Nada puede pesar toneladas, menos los silencios. Es decir, ¿los pensamientos? ¡Qué te pasa!
- No sabía que podías hacer eso… - digo casi sin abrir la boca.
- Qué cosa, ¿escucharte?

No respondo, justo en ese momento el cielo comienza a temblar. Es la primera vez, ¡Un sismo por sobre mí cabeza! Las aves se desquician, las nubes se esfuman sin viento. Vuelvo la mirada y su rostro sigue igual. Quizás sus ojos se abren un poco más, pero está igual.

- ¿Qué haces acá entonces?

Mi pregunta logra que un poco de silencio exista entre nosotros. Un silencio más extenso, digo, una quietud creada por mi. ¡Cuánto me costó crear quietud y acá me veo, asustado, casi cagado!.

- El coro mental diario, lo que te recorre, lo tuyo que recorre al resto, todo... no sé lo que pienses tú, pero es imposible ignorarte. Hace tiempo que es imposible ignorarte.
- ¿Esto no es una visita, verdad?
Ahora pareciera que el silencio viene de su parte, y es jodido soportarlo. Agudo. El blanco de su existencia pareciera contagiar el resto de las cosas, incluso mi propia existencia. Blanco, soy blanco, ¿no existo? Claro que existo, pienso, digo, hago, le hablo.
- No te veo.
-No te ves.
- ¡Soy, sigo siendo!
- Exacto, mil sueños ignorados, lo que dejaste de lado en pos de un colchón compartido, señales a la salida de tu propia casa, las micro conversaciones, sentidos a la mano, dolores físicos. Dios sabe cómo odio que no lo entiendas!
- ¿Un ángel puede odiar?
- Sigues anclándote a cosas mundanas, la necesidad de presencias aladas, de existencias superiores… No me interesa debatir definiciones.

No se abre el cielo, no hay luces ni nada, se abre la cabeza, es algo que veo sin ver, algo que existe desde el centro de la misma conversación. Entonces ahí, justo cuando pretendo deshacer mis propios dolores, mi semilla impura, y deshacerlos por el mero gusto de hacerlo, un calor gigante me marea, me arrastra. Soy liviano, soy el resto de las personas que amo y me aman, soy incluso el odio y los que me odian; soy una extensión máxima, los desamores ridículos, la contradicción; soy el cajón en el que estoy, el cuerpo inerte y mi visión desde la superficie, alejándome, alejándome sin llorar, por fin. Entonces su mano en la mía, la yema de algo que parecen ser dedos viscosos. ¿porqué la existencia pareciera estar tan ligada al rostro? ¿al rostro? Se deshace, se derrite ¿de esto se trataba todo? Claro que no, cómo podría ser todo! TODO lo que todo dicen que es no es más que un poco. Tomo las riendas justo ahora, después de la expiración final, justo en el momento en que no existo y existo otra vez. Y el motivo, los cien motivos, nadie más que yo los sabrá y me retiro. Y me retiro. Soy mi propio testigo y siquiera puedo compartirlo.

lunes, diciembre 13, 2010

Zamba del Arriero

martes, noviembre 16, 2010

gato de campo


Hay pequeños charcos a la salida de la casa. Las preguntas que podría hacer acerca de su procedencia se diluyen entre sus besos y sus manos y los charcos, ahí, cada mañana. Meteoritos de angustia antes de adentrarme al bosque.

Alguna vez un ave quiso responderme algo, responderme una pregunta que no recuerdo, pero siquiera tuve el tiempo de devolverle con un plato de atención. Además, qué onda, las aves no responden, ¡siquiera hablan! Sus alas se batieron al revés, al revés y ya está, se perdió en las fauces incólumes del cerro a las tres.

¿Cuántas veces el yo deja de ser? Podría perder la cuenta facilmente. Tanto lanzar yo's a la chuña desparrama lo importante, y la manía dispersa del día a día recrea la verdad como una linda mentira. Si las verdades son crudas, ¿las mentiras son cocidas? ¿Ser es una linda mentira? ¿mentira todo lo cierto? Tampoco tanto. Yo, o lo que creo es yo, se mantiene, al menos en lo que yo creo es mi verdad. Erguida sigue la voluntad por entre las cosas que empujan hacia abajo, como diaulo al suicida ahorcado. Y si todo golpea fuerte, las citas con la existencia llegan a la hora del té, justo cuando los ojos lagrimean de puro cansados, justo cuando el suspiro expulsa y algunos ojos se baten en el R.E.M. más rudo. Aunque ahora que lo pienso, los charcos tal vez sean producto de mis propios ojos... o los ojos de alguien más.

Alguna vez me dijeron que se podía desintegrar nubes con sólo concentrarse. Afirma tus dos manos, apunta, concéntrate y ya. Acordarme de eso ahora no tiene sentido pero apareció ¿qué tienen las nubes que no tengan las otras esponjocidades de esta vida? No es de amargado o falto de azúcar, pero para mi las nubes son una sensación nada más. Será porque lo tangible en estos casos tiene peso de recuerdo, de sensación, como esos algodones que toman el firmamento como caudal, para crear una ilusión y como tal irse, esfumarse. No me vengan con lluvia, truenos o nieve, que no soy científico. Hay misterios gigantes y pequeños, como los charcos a la salida de mi casa, como el gato que me maúlla sonidos mezclados de noche y como las esquinas y los grillos cantores de Viena. Digamos que con eso me basta, de las nubes, no sé, para el otro capítulo de este programa especial. Si la cosa se pone negra, ahí tengo los lápices de colores, a la mano, con el estuche abierto de par en par, como cuando nadé y nadé hasta casi perderme por puro encontrarme.

Como sea, cuando encuentre al de los charcos, lo que sea que sea el causante, se las va a ver conmigo. Yo no tengo ni el tiempo ni las ganas de secar, y con lo caro que está el sol y la vida, ni pensarlo.

Me besa otra vez. Me besa y me abraza, hay charcos y cascadas de alegría cuando vuelve, y algo extraño, un sentir de escalofríos bien lisonjero cuando se va. Debe ser la vida y su zumbido, pienso, debe ser la vida que se teje cosas en marañas complicadas, trucos de mierda que ni pensadores ni malditos desquiciados podrán descifrar. Ahora, si me pregunta, no sé de qué bando estoy yo. A veces de tanto pensar en locuras me pongo muy cuerdo, muy centrado. Pero cuando hablo solo, ay de mi y las conclusiones, es posible que me vea con los ojos quizás por dónde y después ni lo recuerde.

Fijo, las conversaciones vienen en bolsas selladas, ¿sabes? a veces estallan en tu cara y pones cara de pregunta con un toque de exclamación sincera y no sé, el resto es un poco charco, como lo que está a la salida de tantas casas. Los grandes y pequeños misterios son gatos de campo. En serio, todos, y andan ahí con sus existencias peludas, esquivas, peligrosas. Y rara vez, muy rara vez ronronean, y esa es la gracia creo yo.

jueves, octubre 21, 2010




Abogando a los venideras jornadas me expulso por entre mis orificios nasales con afanes confusos y morados. Una especie de explosión. Me obligo a salir de mi un ratito, cerrando los ojos y sonándome de manera incomprensible, metafísica si se quiere.

Un amigo me dijo que yo daba buenos consejos, tal vez desde fuera pueda guiar un poco mejor esas ideas saltarinas que se me cuelan, mañana, tarde, noche, en las rutinas de diseñador provinciano. Si me encuentro, no me suelto, me atiendo, me comprendo, me acaricio el lomo en los silencios creados. Soy un gato bípedo, diría, pero no, cómo se me ocurre! más respeto con los gatos.

Hay desayunos que saben mejor y en el fondo son iguales, basta con un aire, una meditación temprana, un agradecimiento o la mantequilla de fácil derretir. ¿qué son los días sino un desayuno eterno? Al menos para mí lo son. Algo así como, ok, voy a ponerle mermelada y a quitarle mantequilla, quizás unos huevos con estragón, algún arroz thai raspado en la olla de ayer. Un juguito en sobre helado, congelado. ¿Ducha antes o después?. Pizzicato alegrón de danzas cucharonas y sabores lisos en el paladar. El gusto que emerge por los ojos, por mis ojos cafés enrojecidos.

Me sueno otra vez, hay pájaros invisibles que cantan entre los árboles de al frente. El puerto sigue gimiendo grave, por entre, sobre y bajo el mar, en el horizonte algunas gaviotas gritan y se sonríen las noticias marinas... por ahí una pareja extranjera juguetea con sus lenguas rojas al lado de grafittis feos.

Escenas.

Muchas escenas.

Entonces ¿se hace algo con todo eso? Es lo que hay, simplemente, y yo sonrío porque sé que viene el brindis, la comida, el sexo, el amor, las rabias y el aprendizaje tedioso, los aires no equalizados, las sorpresas, la perdida y la recuperación de memoria enmohecida. Sonrío porque algo siento que se cocina, me caiga bien o mal, me dé o no cagadera, el aire me lleva a decir, a hacer, a bailar o a echarme mirando al barco que se va, y me saboreo groseramente con todas las sequedades existentes, con los jugos perdidos en la mochila, con el lápiz que necesito y quiero ocupar.

Antes de dormir veo escenas cortas, fotogramas confusos.

¿qué dices?

Nada, su ojos me disparan fuerte, sus palabras me contienen y yo... yo me vuelvo a expulsar, en señal de apoyo, claro está.




Fotografía: Yuanling Wang

jueves, septiembre 30, 2010

declaración culiá (remasterizada)

Sin alargar el paso, sin acortarlo tampoco, por estos días me dio por subrayar lo pretérito. Como por decir algo, y en pos de la escritura y el alejamiento de la espesura nada más, me parece un acorde de metales melódicos el que se me viene al recordar. Y yo me dejo acariciar por el sonido, relajado, muy de pierna encima.

Sin caer en el ánimo triste del escritor aficionado, me acordé de conce, y más allá de eso, de mis otros cubiles de la octava y la quinta. Todo se me viene encima con inusual alegría. Dejo en claro, eso sí, que al pensar me remito a noches pasadas (y algunos días) pero en lo que se refiere a lo meramente cronológico y esponjoso. Al capítulo en grosso. Capítulos de cuando la madrugada y el tecleo eran los empaques que me cubrían del propio día, de la jornada que ya se moría. Me acordé de destellos y explosiones emotivas, a propósito de mi vieja, no sé, o del viaje, de LOS viajes, las mañanas. Mi casa, todos los lugares que hasta hoy me han resguardado y han sido mi casa. No por nada me acordé del terminal en la noche, de la gente cubierta de bolsos, de Collao y Camilo Enríquez, de Chiguayante sur, San Pedro, Coronel, Dichato, Playa Blanca, Lota, Curanilahue, Plegarias. Me acordé de Quilpué, ¡Cómo no!, el Belloto, hasta del Líder gigante y esas luces del terror; me acordé del metro, de los buses celestes, del cigarro prendido en la caminata y el frío entrando hasta en las uñas, por ahí, en alguna madrugada de regreso o partida; me acordé de la neblina, de la helada y de alguno de esos mates conversados y los cientos de tés solitarios (algunos con malicia) , y los roncola repetidos y agresivamente hijos de puta compartidos en alguna de esas noches sin astros guías. Y más acá, o más allá, atravesando la espesura del humo frío en el tren de las doce, desde el balcón de Freire o desde el pasillo corredor, los findes en el yayagustinas, las salidas de Albano, o los domingos que por uno u otro motivo me remitía a las ventanas violadas por el ladrón sin rostro, encuentro,


dónde sea,

yo siendo yo en versiones distintas, pero escritas o descritas con el mismo lápiz.

El vecino de patio eterno, perdido en su cabeza, y quizás en qué partes más de su existencia, pasaba las noches maullando grotescamente... no sé porqué pero me pregunto a menudo si seguirá en la misma. Yo me paseaba descalzo, me acuerdo, revisando mis propios pasos sofocados en la ebriedad de la lucidez nocturna y el cuestionamiento amoroso con lo que fuera que quisiera ser en esos momentos. Y hoy sigo en la otra, en la actualidad efervescente, feliz con mi nueva vida, acorde a mis varios presentes con alegría aromática (y romántica). Amando, siendo amado, recordando sin la ansiedad de las cuerdas al cuello, sin el mundo, como dice charly, tirando para abajo.

Estiro el catalejos, me veo clarito siendo parte del propio silencio, parte del claustro creativo, parte de la amistad, de las películas, de la resaca y el arroz; nítido en mis ganas hasta cuando las tres aeme me pisaban los talones ratones, momento que por uno u otro motivo recién me invitaba a dormir.

Las preguntas bullen por sobre mis ojos ¿qué tan yo puede ser cada momento? o más allá ¿qué gramaje de mi se queda en cada acto? Cada instante puede ser un trozo que te quiere representar, como para que el presente y el futuro no te olvide, y tú no te hagas olvidar. ¿en eso estamos?

Viva la memoria, las mierditas agradables, y todo el brindis por un tiempo u otro. Da lo mismo cuando, que lo importante es que se viva. No sé que más, extiendo el lienzo y me gusta, nada más ir y volver, ir y volver.

viernes, septiembre 24, 2010

me declaro en tela de juicio

Hay dos cosas que me matan y una que me hace más fuerte, eso no me hace menos persona.

jueves, septiembre 23, 2010

especial protagonista

Va la hormiga desenredando sus antenas ante el sol maravilloso que la ilumina. Son las 18:00 o algo así, unos quince pájaros no identificados graznan desaforados al borde de un poste. Las gracias en silencio no parecen ser suficientes, quizás por eso el observante se sienta a reflexionar al rincón de una maleza amarillenta, roída y con olor a meado. Gracias por todo, por estar incluso aquí. Los pájaros, los pies de la gente, las gotas de alguna manguera hedionda, nada podría destruir semejante brisa, piensa, y cresta que la tibieza es agradable. Ni siquiera una araña gimnasta, una discusión cotidiana, un fin de mundo de mañana. El de nada que podría esperar, tal vez encarnado en la típica voz con ecos aparecida en una nube, se traduce en una mierda de ardor de espalda, pero qué va, así es la vida.

Mientras, va la hormiga a paso seguro, de tronco en tronco, de roca en roca. El observante se encuentra otra vez con ella y se queda en eso, pausado, melancólico, sonriente. Unos minutos, ya es de noche. Unos minutos, ya no eres lo que eras. A lo lejos el mar pareciera una cortina tirada a la suerte del viento, pero como nada es lo que parece, el observante vuelve a mirar la hora, despertando de la pausa que sí era lo que era. Prende un cigarro, se marea y continúa su camino.

La gente no parece feliz, sobre todo los que caminan solitarios, y el observante, a pesar de todo lo bien que pueda estar, tampoco lo parece. Esas son weas inclasificables, insolucionables, se dice mascullando entre volutas de humo. El misterio del mundo a veces lo sobrepasa a velocidad turbo. Pero a veces el asunto es más simple de lo que el mundo cree que es, y cuando eso pasa te complicas de puro simple. Y es ahí cuando el observante se siente uno de esos especiales protagonistas, los principales de algo que en una de esas nunca se estrenará, pero existe.

Ya son las luces, las bocinas y los autos, el observante se pierde bajo un puente y uno de los quince pájaros, el más curioso de todos, lo observa ser uno con los demás. Otra hormiga más del universo.

jueves, septiembre 02, 2010

Nada más que un reflejo

Hay un sinfín de luces que emergen de las cabezas, soy testigo de ellas en el calor de mi ventanal de madera. Mientras, unas baterías se acoplan a un ritmo que me gusta seguir con las manos, un ritmo de mierda si se quiere, pero ritmo al fin. Espero tu cercanía y el sol se esconde tras una nube, se cuelan tres suspiros que respeto, que disfruto.

- Comprenderá, mi querido y gélido lector, que cuando las brazas a tu alrededor te queman, vas de saltos y gritos, no queda otra.
- ¿acaso no es mejor tirarse al mar?
- Ah, lector opinante, ¡interesante!... ¿Desde cuándo?
- Desde cuándo qué...
- Desde cuándo opinante, desde cuándo el lector se pone puntudo y opinante.
- Desde que escribes cosas que dan para eso.
- Para Eso
- O para Copec
- O para Shell... ¡Ya basta! , mire, lo que ud ve en el fondo de mi cabeza es un resquicio mínimo de lo que soy, lo que escribo es microscópico así que...
- ¿A qué viene eso?
- A que aunque diseccione mi ser por partes, nunca, pero nunca logrará conocerme como para opinar
- Uy, qué susto.
- ¿Qué susto yo o qué susto no lograr conocerme como para opinar?
- Ironía ¿o acaso pensó que una declaración como esa podría importarme? Esto es un blog, uno de los millones de blogs que hay en el mundo. Que ud me lance normas y principios personales, sufrimientos, no me hace querer conocerlo. Yo opino nada más.
- ¿Dónde está el botón borrar?
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- Opinar
- Alguna vez voy a ser libre.
- ¿Libre de qué?
- De tener que esperar el día en que me sienta libre. Esa es ya una esclavitud.
- Entiendo, olvidar, dice ud, no tener que esperar, dejarse llevar.
- Carpe diem y toda esa mierda, claro.

El gesto de desdén es sincero. Me voy, aunque en realidad nunca me fui. La subida tiene la pinta de un piano, pienso, aunque nada está claro a estas alturas. Voy tocando a cada paso, esquivando gatos encogidos que me miran molestos. El ruido de los ascensores suena como una erosión constante de las horas, de los días, de los meses. ¿qué tanto erosionas tú a cada paso? ¿qué tanto se erosionan las personas? El desencanto de los felices se cubre de historias ajenas. Los otros suspiros, los de ahora, son nada cuando el mar se pone gris, aunque está claro que lo que cambia es el cielo, no el agua. Nada más que un reflejo. Entonces me guardo en formato doc y me dedico a otras cosas más interesantes, de puro jodido que soy.

- Me dejó hablando solo, excelente.

lunes, agosto 30, 2010

declaración culiá (rimember forever olweis egein)

Así nomás, tal vez debiera desarmarme un rato, desintegrarme en polvaredas espesas para volver pronto a la danza aquella, a la rotación diaria pero con una estructura renovada. Ahora, ¿renovarse para qué? No estoy seguro ¿Quién puede estarlo con solo pensar? Nos llenamos la boca diciendo que es por uno o para el resto de la humanidad, pero la verdad a veces es más sencilla: se nos da la regalada gana y necesitamos sacudirnos de las pulgas.

Poco importa, no elijo caminos para equivocarme, tampoco salto vallas para evitar perros rabiosos, puedo trazar una ruta que se precie de tal sin saber el paisaje que me circundará y no es sorprendente: hay flores y espinas y algunas mezclas de ambas. La cara de sorpresa está demás, señora, señor.

Hoy bajé por otras escaleras y el manto azul del mar me pegó en pleno. Hay seres que se cuelan por mis orejas cuando aquello pasa. Quién diría, mágicas palabras, quién diría por tí por mí, por todos mis compañeros, por el sur y su llovizna, por las noches en vela y los tés helados en las madrugadas, el pan tostado y el cigarro; la inspiración y la máxima total de actitudes superfluas... y Dios, lo incólume que vive en mi interior, esa llamita con aroma a estragón que en algo está, y parece, estará. Quién diría. Yo lo he dicho, yo lo seguiré diciendo, asumiendo mierdas y mierditas, dejando pasar cosas importantes para el resto, rescatando otras que no se lo merecen, según muchos; jugando con mis manos en el techo, viendo mi reflejo en los sucios ventanales de micro; siendo el libro de autoayuda con prefacio de autodestrucción; siendo amado, odiado, ignorado, deseado, vilipendiado, admirado (?), y toda la bola de ados que se puedan escribir. Redoble de tambores, oiga, que no se note pobreza, aunque el pan no tenga más que mantequilla, tiene algo y se agradece. Ser positivo sin necesidad de sonreír o ser negativo sonriendo de par en par, las incongruencias a la salud de la vida y el amor, qué nobleza más grande, weón, ¡QUE NOBLEZA MAS GRANDE! hacer por y para, lamentarse y sentirse afortunado de no hacerlo, brindar porque... brindar porque sí. Ver formas en las manchas de té, rostros deformes en las curvas de dos copas enfrentadas, encontrar que lo grotesco guarda en su definición una palabra atractiva ¿Alguna explicación, SR juez? Me lo imaginaba, al final de cuentas todo es criticable si te sientas de pierna encima y levantas una ceja y miras desde arriba displicente. Y me estiro como Superman volando cuando pienso que lo que escribo no pasará a la posteridad mundial, mis líneas se perderán en la podredumbre de algún basurero porteño, no seré la genialidad discutida en ninguna reunión y menos la cita musical de algún cantautor emergente. Me cago y me recago, los elegidos tampoco lo sabrán antes de morir y yo estoy vivo, ¡les llevo ventaja!.

Qué podría decir, encontrar el sentido es el sinsentido mayor. Recoger tus propios pedazos, pedacitos y partículas, un submundo increíble. Algo así como decir que el espejo es mi único testigo y mi cabeza despeinada, un brillo cubierto de eternidad para ti. Mientras tu cuello estrellado, y mi boca en el, crean nuevas vías lácteas que me refugian como un sucucho al que nadie pueda entrar, pero al que querrías entregar tus llaves de vez en cuando, ¿se entiende? Celos y ganas de compartir. Fíjate cómo estiro mis brazos, ¿no ven lo adorable que soy? Dos agujeros verdes me disparan, mis índices cortados sangran de la nada, podría ser parte de un misterio y me emociona.

En fin, en querer y ser y poder, ver. Ya lo decía el gran maestro, "no basta con pretender ser un buen tipo...". El punto suspensivo de entre sus amarillentas barbas fue eterno, y como gran maestro que fue, se murió en ese preciso instante de misterio y super locuacidad trascendente. Tengo que preparar algo por el estilo para algunos de mis tantos finales.




jueves, julio 15, 2010

las quince y algo

Ok, el panorama de hoy a las quince trece: varias tazas vacías y sucias, boletines de tiendas mayoristas, gente con dermatítis, clics derechos e izquierdos, interlíneas y tipografías sin acento. Por dentro, el carrusel de los últimos días, hondazos a lo cuerdo de algunas posibilidades. Qué tal. Y afuera otra vez, uno que otro ruido identificable que se mezcla con el popurrí gráfico de siempre, el de una foto por segundo, la flecha inferior y el vienna minimizado. ¿podría sobrecargarme un poco? Eso quisiera.

Mientras, el resto de los gusanos sigue en lo suyo.

El sabor del té sigue en los bordes de mi boca y escucho un compilado de canciones que podrían ser hits, siempre y cuando las conociera... pero me dejo pasar con gusto y los sonidos se cuelan en mi disfrute como si nada. Soy así, poco clever musicalmente. Es loco, a veces creo conocerme mucho, y no sé si me guste tanto.

Me tomo varias pausas para terminar. Me voy a buscar que alguien me preste algún dvd para llevar algo de cine, pero nada. Después de todo, bien, quiero salir, tomar aire, caminar con ceci y ver algo más que historias ajenas. Largo finde de largos paseos, a ver cómo se da.

Ya son las quince veinticinco, veo en mi taza y un concho helado de té me cierra el ojo. Será poh.

miércoles, junio 16, 2010

Por ahí

Vamos por parte, en la pollera, coño.

Lea, diga algo, y sino, puede vivir en paz, yo no le voy a decir nada. Hace mucho frío para eso.

lunes, junio 07, 2010

así con la cosa (14)

Hoy leía la entrevista de un escritor chileno - de esos que uno conoce pero que tampoco son invitados a los matinales - que contaba que se tomaba un cortito de sour en la mañana y otro en la noche. Decía que eso le servía para leer, concentrarse, y que lo mismo se aplicaba a la escritura. OK, mientras desenfocaba mi cordura sureña imaginando semejante escena, me puse a pensar en lo fácil que es generarse una leyenda, más bien si tiene tintes de bizarra maldición maldita (aunque lo del sour tampoco es taaaaaan bizarro. Tengo amigos que hacen lo mismo y no escriben). Decir por ejemplo "cuando me levanto en las mañanas miro mi reloj y vuelvo a ponerlo a la hora que me acosté la noche anterior, así programo la alarma a la hora que despierte y vivo exactamente el mismo tiempo en estar dormido y en estar despierto. Luego, me asomo por la ventana, me rasco la axila derecha y grito "tenme en tu santo reino de los dientes negros, Cortázar!", ya sabes, me encanta Cortázar, pero al mismo tiempo quisiera resucitarlo con la sola idea de enviarlo a la tumba otra vez. En fin, prosigo. Después, tomo una pizca de sal con tierra y me la aplico con mucho cuidado en glándula lacrimal de cada ojo. Es una tradición familiar que no sé de dónde viene, pero que despeja todo tipo de malas visiones afuera. Hablo de visiones desde el plano espiritual. La visión es importante para la inspiración, si ves bien, bien sabes decir lo que sientes. La lágrima que viene luego es un detergente metafísico, un rastrillo líquido de malas vibras, y lo que escribo es fiel reflejo de mi grito, de la tierra y la sal, reflejo, señor mortal, de mi propia familia."

Y no es creer o no creer, pero ya me darían ganas de ver qué cresta escribe un weón así, sea malo, realmente un asco de arrugarte, o el descubrimiento del año.

Eso nomás.

martes, junio 01, 2010

así con la cosa (13)

Peso en los párpados. Peso de a peso y subida a cien. El retorcijón no repara en gastos, mijo, y hay de pronto una brisa helada que se cuela descarada en cada intertanto suspiroloco.

Hay un día, una mañana, una tarde y varias noches. Hay almuerzo servido en dos potes tibios matinales. Tres cabezas y un mismo techo de piso. Desde arriba la omnipotencia nos ve hacer y deshacer, enseñándonos a condenar, aplaudir, amar y repudiar. Desangrados entre llantos exagerados, con la sola idea de volver con el oreja a oreja amplio y estrellado, listos y dispuestos para reconstruir lo que sea otra vez.

El techo y el Dios en el entretecho. Las vigas, los trancos y las mesas enruedadas que se arrastran. El nuevo hogar de paso, con o sin gato; con o sin vecinos; con o sin chimenea. Cuando el arroz es ausencia y reminiscencia de mesas vacías.

Hay frío, cielo espolvoreado de grafito, y ya no es la punta de mis dedos solamente, el hielo comienza desde los nudillos, y me agarra fuerte. Necesito un té ardiente, Sr. locutor.

Sueño, cansancio, escozor en el borde de la vista, no sé bien lo que me pasa hoy, normalmente la música logra cosas, aunque no siempre se tiene el normalmente a la mano. La cartita bajo la manga también se congeló.

jueves, mayo 20, 2010

así con la cosa (12)

A cualquier precio, ¿te tinca?, a cualquiera nomás, como se dice, a ojos cerrados. Hubo alguna vez en que fui la buena niña, la niña rosada jugueteando con gatos, pero eso ya fue, a mi no me vienen con cosas. Ya fue, como ya fue mis ojos secos, mis palmas gastadas, mis suspiros a tanta sombra seductora. ¿qué tal? A cualquier precio, sí, qué bueno que te tinque porque sino, bueno, no sé dónde terminamos ahora. A coscachos quizás.

Es la vida, obvio, el tren sigue su curso y yo me subo y me bajo y me vuelvo a subir cagada de la risa. ¿Alguien acaso podría viajar de corrido, en un camino recto? Las fotos forman montañas, y a medida que veo sus imágenes voy perdiendo la memoria; hay muchos recovecos, es por eso, imposible recordar cuando se vive de verdad. Se puede, pero es como si nada fuera suficiente, y qué bien que así sea. Imagínate viviendo sin melancolías, sin pasar horas tratando de armar escenas que duraron un minuto.

- Afuera hay un sol naranjo.
- ¿y eso qué tiene?
- Son pocos los días en que el sol es naranjo, qué más quieres.

Soy así. Una vez me detuve en una estación y el sol teñía el paisaje naranjo, vieras tú lo loco que era ver todo como en un spot de fanta, la gente se ponía las manos en la cara, loca, y le brillaban los ojitos de pura emoción. Yo me fumé dos cigarros, recuerdo, y me devolví tomando una kem piña tibia. En ese tiempo ya iba en camino a lo que soy hoy, la mujer que soy hoy, pero me faltaba mucho. ¿Tú crees que me dio algo, alguna emoción extraña, un estremecimiento por el espinazo? Nada, apagué la colilla con la punta del pie y ya, me mandé a cambiar otra vez.

La única vez que pude emocionarme de verdad, que pude sentir que la existencia es más que una suma de detalles, fue una noche en la que estuve sola, borracha por un asunto que siquiera recuerdo. No hubo más necesidad de respuestas porque siquiera nacieron preguntas. Y ahora que te lo cuento me doy cuenta, que ni la plenitud ni la felicidad ni nada, que tampoco la depresión o la angustia, no hay que irse en la profunda, que estas cosas llegan en el momento que se les plazca, y te atraviesan. Así que qué bueno que te tinque, que te tinque a cualquier precio nomás, como las grandes que somos. Como las cabronas.

No me pongas esa cara, guapetona, no te me pongas así, ven acá y hagamos un salud sincero, que en el fondo es lo único que nos queda por hoy. Después, más ratito, a cualquier precio y se acabó, vamos por parte.

viernes, mayo 14, 2010

así con la cosa (11)

Es increíble lo que una melodía logra, es increíble. Y obvio, puedo decir que muchas cosas son increíbles, muchas, tú eso lo sabes, pero una melodía es una patada a pata pelada. Distinto, violento... Una patada con empeine mojado.

Claro, no entiendes, pero dime, ponte la mano en el cuore y dime, no es increíble que para mí sea tan claro? Es bien jodido encontrar claridad en cierto tipo de cosas y yo, ya ves, clarito como el vodka.

Te vas a reír, obvio que te vas a reír, pero el otro día vi, cáchate ésta, el otro día vi una polilla y a ratos la imaginé sonando como piano. La vi chocando como loca en la ventana del ascensor y te juro que sonaba como este opus.

Sí, me encanta hablar weás. Y que pienses que esas weás me inyectan, mucho mejor.


miércoles, mayo 05, 2010

así con la cosa (10)

Y ahí que el cometa caía, se acercaba, mientras la canción, chicharreando en aquella tienda vacía, subía de volumen con todas las ganas posibles. Juro, les prometo que no podría decir qué sentí en el mientras tanto, en el exacto momento; si salté, si me moví dos pasos más al borde, si di algún grito de horror... Nada podría. Lo que sí les puedo contar es que morí de la mejor manera en que un hombre podría morir, y es esa gracia, la gran gracia de mi propio fin de mundo, la que me hace deshojar esta libreta quemada para ti.

martes, abril 20, 2010

trucos cotidianos

Al descenso con todas las ganas, me dice la pelota que rueda de cabeza por las escaleras. Y yo que ni ruedo ni rueda totalmente, ni siquiera pelota; yo que a todo ganas respiro, que a todas ganas gano y amo, y yo que nada y mucho, aunque lo intente no sabría qué decirle mientras baja. Le lanzo un gesto, y es que supongo que sin viento y con la voz escondida en la brisa matinal no hay mucho más que actitud. Mientras, La plus que lente quisiera hacerla bailar, justamente así, lento, y yo que anuncio un algo con mi índice, y después, así como si nada, desaparezco en una mañana como tantas.



jueves, abril 15, 2010

in-ter-mi- -




Entre los escombros de una vida, más odiosas son las réplicas que las fuerzas causantes. ¿podrías creer que

(esas cosas que uno escribe y nunca termina, como este dibujo)

jueves, abril 08, 2010

así con la cosa (9)

Entonces dijo HOLA, y la rapsodia fue azul.

así con la cosa (9)

hola dije


http://www.youtube.com/watch?v=bSBqGBP07jc

así con la cosa (8)

Yo no sabría bien decir en qué tiempo fue lo que digo que pudo haber sido, pero el asunto es más complicado de lo que parece...

martes, marzo 30, 2010

así con la cosa (7)

me rindo, he escrito varias frases que he borrado al instante. El punto aparte a veces es tan malditamente seguido...

lunes, marzo 29, 2010

así con la cosa (6)

la saliva vemos punto blogspot punto com.


Muchas gracias

viernes, marzo 26, 2010

así con la cosa (5)

Si camino no hablar, soy autista

jueves, marzo 25, 2010

así con la cosa (4)

la cosa es así: al subir a la micro pierdo cien pesos y los recupero al final, cuando me bajo y los veo en la escalerilla gris de la puerta de adelante. No es una millonada pero me pone contento guardarlos en mi bolsillo. Es jueves, hay neblina y así no me importan los días nublados. Sobre todo porque mañana es viernes… Capicci?

miércoles, marzo 24, 2010

así con la cosa (3)

No es que sea buena gente, son mis ojos, y lo malos que son los demás.

martes, marzo 23, 2010

así con la cosa (2)

El gato muere con los ojos abiertos

lunes, marzo 22, 2010

así con la cosa (1)

Al dado se le borran los números

lunes, marzo 15, 2010

paraíso

Me dijo "creo que concuerdas conmigo", mientras abrió los ojos y se lanzó por sobre el cansancio de mis párpados, y algo de mi cuerpo. Si tengo que reconocer algo, la verdad nunca estuve tan de acuerdo con sus palabras, pero aquella vez, obviamente, no lo reconocí. En un paraíso de monstruos, todos tenemos colmillos.

jueves, febrero 25, 2010

dos

Ok, si veinte años es nada, entonces dos vendría siendo la cagada misma, una nimiedad absoluta, pero no, en dos años pasan muchas, muchas cosas: se te mueve el escenario, hay una especie de minga interna, y de pronto abres la ventana en otro lado, con otro prado al frente, con un aire renovado y distinto, con aguas que en su corriente dejan al descubierto sectores que creías inexistentes. Heavy. Hoy lo comprobé. Esto de acá abajo lo escribí un día como hoy, 25 de febrero, pero del 2008, hace dos pinches años en Quilpué. Es loco ver que en la exactitud del día, de la fecha, los cambios pueden ser groseros y delicados al mismo tiempo. De ver mis pies a tener una visión más total de las cosas. Hoy hace dos años, hace dos años y el hoy, qué tal.


Monday, February 25, 2008
segundo
Hoy desperté de lo más relajado pensando que era sábado. Excelente. Es justo lo que necesitaba para empezar la semana. Estuve un par de segundos semi inconsciente antes de centrarme en la realidad laboral, en el lunes maldito que me palmoteaba la cabeza. Prendí la tele y las noticias festivaleras me sirvieron de ruido mientras hacía lo mío.

El detalle que se me había ido, y que recordé con gusto mientras giraba la tapa del termo, era que éstos, los últimos días del verano, como muchos le llaman, eran el comienzo de mi lanzamiento al relajo, de mis vacaciones tardías y felpudas. Apenas llegue el viernes, comienzan mis dieciséis días de libertad en lo que a diseño respecta. Los días de hacer nada y todo ( como el spot ese de Limón Soda).

Mientras desayunaba, mientras Luchito Jara decía no sé qué tontera, me alegré, me revitalicé. Todo eso dentro de lo que se puede a esas horas: nada muy efusivo y lúcido tampoco. Digo, aún no me bañaba, mis pies descalzos, en contacto con el suelo, me mantenían frío, parco, malhumorado. Pero bien, super bien.

Esta vez, el viaje a Conce llega en una fecha bien espinuda y pesada: es marzo en toda la plenitud maricona-caga-ondas de la diversión total. No recuerdo haber viajado en tal tornado de estrés general. Es más, pocas veces he llegado al "Collao" un día de semana, y muchas menos aún, de día. Esta vez, será el momento más que indicado. Averiguando en internet descubrí la diferencia de precios que hay desde éste sábado al lunes, y créanme, esas cinco lucas de ahorro que hay son más que suficientes para olvidarme del finde y esperar. Además, el día en sí no importa. Hay tiempo. Lo que importa son las ganas. Además, a modo de Bonus, con esas plata recortada de los pasajes, puedo hacerme acreedor de dos libracos usados para el deleite total de mi verano "marziano".

lunes, febrero 22, 2010

íntimos del lobo




En las mismas tripas del mundo, la digestión y el tránsito a distintas velocidades, los libros incompletos, las canciones repetidas, todo, todo va sugiriendo frentes diversos en los que poner la vista. Mis zapatillas enfermas se aferran a húmedas escaleras matinales, y de noche mis ojos cafés se diluyen en pasajes oscuros, cuando voy por cigarros, cuando vuelvo mirando el cielo de ampolletas intermitentes, pisando adoquines que me parecen atemporales. Alguna vez podría reconocerme desde lejos, pienso, pero no es el momento. Es el ascenso, el peldaño por peldaño, la celeridad sin adelantar el tranco. El reconocimiento. El paisaje que pareciera recogerse sobre las existencias individuales. Eso que a veces me da risa. Hay muchas cosas hoy que me dan risa.

Por sobre la piel, el alma; por sobre tus ojos, mis ojos. Hay mil voces que gritan y entre todas me hablas delicada, concreta, a veces un poco doliente con los zarpasos de la vida, cruda como un papel lustre celeste, asomada entre un libro grueso asfixiante. Te rescato porque necesito que me ayudes a otros rescates, porque eres medicina y mermelada, y al final nos reímos de un baile que nos despeja de números congelados, justo cuando el sol desaparece por ahí.

El vino está servido, y qué bien que así sea. El brindis es una mueca pequeña. El cigarro unos ojos entrecerrados que sonríen por su cuenta. Es el momento indicado. El pasaje, mientras tanto, es atravesado por otra alma desconocida que a su vez nos desconoce a nosotros: los turistas establecidos que miran con resquemor la belleza de un puerto huraño. Pero bueno, decimos entre sorbos, el saurio duerme tranquilo. Nosotros dormimos tranquilos también. El organismo sigue funcionando, mi corazón latiendo. Es otro día que se va, otro abrazo que nos espera. La planta verde reinicia su enredadera, mientras todo lo demás se mastica, allá en la boca del lobo del que hoy somos amigos íntimos.

martes, febrero 16, 2010

una pausa y ya volvemos

Hoy tengo los dedos tibios. Sólo quería decirlo.

viernes, enero 29, 2010

un día

Muevo la patita al escuchar Haydn. La muevo y es como que no debiera hacerlo y afuera no hay sol y las nubes con grafito otra vez. Pero en fin, entre los ritmos que da mi zapatilla vieja me voy al google para ver algo que se me vino al frente. Pero clickeo, agrego un punto de más y me redirecciona a otra página fea, llena de sinsentidos en inglés. Bah. Es como la vida, pienso, si hay una palabra de más en una conversación todo cambia, nada es lo que originalmente tenía que ser; una exclamación en cierto lugar, una expresión mal decodificada, y te redireccionas a otro aspecto y color del día, a otro peso de las ganas, del afecto. Todo es tan frágil en un diálogo. En el fondo todo, absolutamente todo en la vida es tan frágil.

Seleccionar+Borrar+Click. Ahora sí. Estoy con google abierto, mis dedos en actitud de tecleo y olvido qué es lo que venía a buscar. Cierro. Escribo. Da lo mismo. ¿me da más? No, me da lo mismo. Mientras, las melodías de un lado al otro, y la patita que se mueve todavía, que se rige por sensaciones y mi dedo índice que recorre el espaciador del teclado. Un lado a otro, suave. Qué gran invento los fonos. Sino fuera por ellos mucho pensamiento quedaría dando bote en mi cabeza sin ser plasmado. ¿cuánto se pierde si no se plasma? ¿lo que no se plasma se pierde? Por ejemplo, hoy no leí pero disfruté el paisaje ¿perdí lectura o gané paisaje?

Una alarma me confunde las ideas, las diluye. Pero es normal. Yo soy normal. ¿lo soy? Un sorbo de café y bien, hoy de vacaciones. El libro se escribe. Yo escribo. Se despeja otra vez.

martes, enero 26, 2010

declaración culiá Número... en fin

Igual es loco pensar que este blog de cositaslocasalviento, y derivaciones costumbristas de un penquista paranoico, es tan pero tan poco visitado por la gente que me rodea (dícese de la gente que me ama, quiere, estima, odia etc), que alguna vez podría publicar la antesala a mi suicidio y nadie se enteraría de la despedida previa. O no sé, podría decidirme a escribir alguna confesión grotesca y retorcida. O irme de inspiración por algo bien cortante, horrible, incluso depravado, y la lectura de los míos, de la gente que me conoce, probablemente (para no decir seguramente) brillaría por su ausencia. Nadie se enteraría. Ahora, la dicotomía de ser leído o no (y ahí nace la paradoja de para qué escribes y toda la huevada), tiene pros y contras. Pero como el riesgo a que alguien en alguna situación milagrosa, de alineamientos de planetas, se decida entrar a leer mis líneas, me guardaré los detalles en algún rincón de la vida.

lunes, enero 25, 2010

Vaya, no sea flojo/a

Relato publicado en LaPollera.cl. Lea y comente y diga algo y le aseguro dormirá en paz.



"Por puro saber"


click ahí, arribita, en el nombre del relato.

jueves, enero 21, 2010

Organización

Listo, hoy agarré mis cosas bajo el brazo y me lancé cerro abajo con la punta de la lengua afuera. Corriendo como picapiedra. Secándome con cada paso hasta llegar a la Plaza Aníbal Pinto.
La escena: los mismos maestros tomando café, los adoquines mojados, los turistas madrugadores que se asoman a tomar fotos pintorescas, y esa pareja de pacos, relajados ellos, que parecieran turistear también. Todos, y yo, y otros tantos que bajan a paso firme, todos parte de una grilla cotidiana agradable. Y para variar, infaltable, el gato con bigote hitleriano que ignoró mi celeridad matinal, como siempre. Entre pasos largos, y tratar que los fonos no salieran disparados de mis pailas, fue gracioso darme cuenta que el minino, con esa tendencia estilística tan facha, viva en una biblioteca popular que presumen en letra grande lo POPULAR. En un lugar repleto de Víctor Jara's, Violeta Parra's y Allende's. Propiedad - atención - de un tipo tan, pero tan caricaturescamente zurdo, que emula al Che desde su boina verde con estrella en adelante. Plop. Como sea, a quién le importa. ¿En qué estaba? El gato... me gustan los gatos, y el felino hitleriano, aparte, me cae bien. Es de esos que te miran sin mirarte. Esos que entrecierran los ojos y se desenfocan en un punto de fuga distinto. Más allá del entendimiento humano. No te pescan y no tienen la menor intención de hacerlo tampoco. Un cuchito cuchito a la pasada no más, cruzar mi brazo izquierdo sobre mis cosas y apurar el tranco al borde de las veredas. Abajo diviso una de las micros verdes, las que me sirven, y si se me pasa, ay de mí, cagué. Apure, mijo, chicotée los caracoles, y mis talones que a cada paso parecen retumbar en mi nunca. La canción que en los fonos da paso a la otra ahora es sólo ruido. Dedo índice en alto. Arriba. Gracias, buenos días, sí, directo-Viña del mar. Micro vacía. Afuera mi libro, una revisada de pasada a mi moleskine de mentira, y hormigueo en mis pies. Música y viaje. Bien.

Últimamente mis mañanas son correr, bañarme, comer, lavar la loza, alargar los pasos, cerrar con llave, dejar bolsas, querer volver a besarla. De verdad, querer volver a besarla y no salir más. Deseos felpudos de hacer de mi jornada un asunto ridículamente corto. Una nanojornada. Onda, chao, me voy, hola, fue un día agotador! Quedarme asomado en la ventana, tomar un café esperando a que despierten, viendo un cielo preciosamente nublado, como hoy. Poder sorprenderlos con un desayuno grosero, memorable, dedicado, y al mismo tiempo sencillo: té y huevos revueltos. Lo mejor. Y la raspadura al pequeño hombre que levantará sus cejas y dirá alguna frase publicitaria, de puro gusto. Pero no, correr y correr para luego seguir corriendo. Es mi realidad de las últimas semanas. Creo que debo urgar, actuar y cambiar algunos minutos de alarma, y la alarma misma del aparato celular. A ceci le carga y hoy me di cuenta que a mi también, apenas tengo oportunidad silencio el ring de un manotón. Esté dónde esté. Quizás incluso pongo la cara del gato hitler de puro disgusto. Y, no sé, parece que soñé con una mañana holgada la otra vez. Y la quiero a mi alcance. En esos tiempos recientes en que incluso me alcanzaba para leer un poco. O para escribir. O para sentarme un rato a escuchar como el mundo inicia su frenesí normal. Organización le dicen. Creo conocer esa palabra. Quiero ver más en mis mañanas. Más de lo que veo. Qué le voy a hacer, ese tipo de hambre me identifica.

jueves, enero 14, 2010

A propósito, yo decía no más

Antilopes rojos con un toque de estragón en sus pasos. Así, tal cual, y como un duende bailando salsa cuequera en las faldas de una mujer negra de felpa. Dificultad práctica, facilidad de construcción mental. La iluminación no tiene cuenta por pagar. Y con lo infinito que pueda ser, por muchas ventanas que vaya abriendo, la idea es buscar y seguir buscando apenas lo encuentre. Práctica; lo infinito del aprendizaje en todas las cosas; experimentación; degustación de sabores. Y el naranjo venoso de los ojos cerrados que se enfrentan al sol.

lunes, enero 11, 2010

lunes, enero 04, 2010

y qué dicen las malas lenguas

dicen que las posibilidades y las ganas de tener o no tener un libro a veces me dan risa. Ganas. Deseos. Ganar deseos. Deseos de no ganar más que un par de líneas conexas (como si eso fuera fácil). Y entre que deseo no tener nunca, y soñar que lo tengo y lo disfruto, no hay más que ecos tibios que llegan al calor total, al rojo vivo, cuando retomo mis letras y pongo el punto final. Y es ahí cuando vuelvo a respirar, porque ese punto es siempre seguido. Con todo el juego de palabras que ud quiera darle.

mientras, http://notengolibro.blogspot.com/