miércoles, diciembre 28, 2011

para ud, querido conchesumadre

Y es así como las corrientes cálidas y frías se reúnen, se separan, se cristalizan en la formación, en la creación de malos ratos. De los rígidos malos ratos.
Señora, señor, sinceramente, yo no acostumbro odiar. No tengo ni tiempo ni ganas. Pero tú, querido conchesumadre, tú que andas patinando en tus resentimientos y explotando en ignorancia emocional, tú sí que estás logrando una lamentable excepción.

Hoy, 28 de diciembre del 2011, cuando faltan días para que este año se termine, no quiero olvidar el episodio, las voces. Hoy hay una de esas cosas que se mantienen, que son difíciles de seguir, que se queman en la piel, y la voy a esconder entre láminas con sal.

Me va a disculpar, querido lector, pero el suelo está que explota y no me puedo hacer wn.

jueves, diciembre 15, 2011

iluminación sin cargo (o cuando me gusta la gente)


En la modestia y la maestría que los años de meditación en el tibet me han entregado, me dispongo a declarar, con tranquilidad incombustible, que el pan tostado sabe mejor cuando es con huevo frito y te lo comes en la mañana. Ahora, si afuera está nublado, es jueves y tu hijo te sonríe con entusiasmo antes de partir, la amanecida es suavecita; las cortinas flamean a lo bandera y en una de esas me da por caminar chasqueando los dedos.
Entonces, el bus, la calle, la gente, los perros, y todo el resto de las erupciones cutáneas de la vida, son como un ruido aparte. Valparaíso y yo en Valparaíso, dos cosas distintas pero unidas en un punto, en unas cuantas miradas, en otras tantas escaleras preguntonas. A veces me gusta la gente. Pero sólo a veces.