martes, enero 10, 2012

Así con la cosa (21)

Una cosa lleva a la otra: temblores, desgano clínico, calor, clicks varios y de pronto, así sin más, Pablo Sarasate rascándome los sentidos. (repito, los sentidos! las bolas me las rasco yo mismo.)
Dicen los entendidos espirituales - siempre tan serenos y sabios - que los seres llegan al lugar sin siquiera buscarlo. Y cuando hablo del lugar me refiero a "el lugar". Al sector físico o espiritual que te define, que te hace ser lo que eres, sin haber trazado siquiera una puta línea de ruta. ¿magia excesiva? Demás, pero a veces me da por darle una vuelta extra a esos asuntos, digamos, jodidamente fomes. Y qué más fome que una tarde de martes. ¿Cómo no querer que un tema de semejante lucidez y maestría llegue sin más? Como sea, tal vez mañana piense distinto.

Y así, aunque hoy podría discrepar en casi todo me doy el tiempo-espacio buena onda y cachulupi para hacer un par de viajes cortos. El lugar, mi lugar, de repente asoma la ñata fría como queriendo mascullar algo cortito. Me hace un guiño y vuelve a ocultarse de una, y es que el desenfado seguirá siendo por siempre un estilo de vida. Una cosa lleva a la otra, ya dije.

¿Una chelita?

martes, enero 03, 2012

porqué? chucha, porque sí

Hola, con su permiso, ¿cómo está? ¿bien? qué bueno, yo vengo de pasadita. Sí, con un té en la mano. ¿Puedo pasar? muchas gracias, es ud muy pero muy amable. Qué terrible lo de los incendios, qué terrible lo del gobierno, qué terrible lo de la gente en general. El fin o el comienzo, ¿qué piensa ud? oh, cresta, sí que es una forma sabia de verlo. Tan sabia que creo que mejor lo dejo ahora mismo.
Disculpe, ¿será posible ocupar la silla de mimbre que tiene allá, al fondo en su patio? no, no se preocupe por las hojas: las sacudo y listo. Muchísimas gracias.

ok, un sorbo.

Son las 14:58, estamos a 3 de enero del 2012 y leo algunas idioteces en twitter. De reojo veo ladrillos. Mientras me tomo un té de menta (o agüita de menta o simplemente menta), tuve varios flashback de sabor casi no azucarado. Se me vinieron al frente muchas ocasiones de té vividas en otros momentos de la vida. Recientes, no tan recientes, fresquitas, añejas. Porque, ok, situaciones con cerveza-ron, hay muchas, y son, digamos, menos introspectivas en su mayoría, pero un té, un té con un pucho, por ejemplo, mirando a la nada o desde una ventana o rayando algo en un cuaderno, casi siempre se viene con cover de reflexión incluído. Y en ese sentido nada que hacer, estoy frito por la eternidad misma. La vuelta de tuerca y el rollo gratuito van siempre en mi mochila. Además, mi memoria emotiva pareciera tener sabores y aromas bien marcados. Así, el viaje de retroceso puede ser veloz o a paso lento, dependiendo del juego lengua-paladar (no pretendo ser literal, ud sabe). El viaje de retorno, casi siempre termina con un suspiro suave... tibio.

Como sea, de pronto hace calor. Está nublado y el té sigue ardiendo. Ladrillos otra vez. Un sonido a lo lejos.


Disculpe, eso que se escucha es el pitido de una tetera clásica? Por la cresta, qué bien. Ud sería tan amable de compartir la segunda taza de té conmigo? Yo pongo los puchos. Genial. Una brisa.