miércoles, abril 22, 2009

la tele y sus volás rescatables


De fuera. Extranjero y lo que quieras, pero con una melancolía inusual me despido: adios señor muelle. Emotivo y las pelotas. Emotivo y la conchelalora. Lugar físico sin vida pero con tanta al mismo tiempo. Tanta...

viernes, abril 17, 2009

nada nuevo bajo el sun

Me gusta este tema. Tampoco tengo muchos motivos (o puede que sí...), pero lo canto-silvo-tarareo-balcuceo a menudo.

martes, abril 14, 2009

canciones eternas

Los sorbos de té ya están tibios. Mi cabeza, quizás por lo mismo, empieza a enfocar lo que piensa. Escribo en regresivo a los diez minutos que me quedan antes de salir corriendo a la vida matutina. Siempre a la carrera, pienso. Siempre a la carrera con el pan tostado en la punta de mis dedos.
La verdad no tengo muy claro qué es lo que hago, pero lo hago. Entre hacer y no hacer, dicen, es mejor hacer. Y yo hago. Quiero hacerlo. Escribir y darle con suavidad a las teclas tibias de este catorce de abril. El abril de tantas canciones, de tantos poemas. El abril de las ambigüedades climáticas.
El sol sigue asomando. Pareciera que las nubes se niegan a la lucha, y yo hago barra en silencio. En el fondo quisiera que ganaran la batalla. Es loco, parece que fue ayer cuando me quedaba pegado en mi ventana, allá en el sur, viendo como el cielo avanzaba raudo en una dirección fija. Casi tocando el suelo de pura espesura. Y los árboles despidiéndose de sus verdosas vestiduras con una tranquilidad... o tal vez con dos.
Quiero otoño. Quiero viento y hojas golpeando la punta de mis zapatillas. Quiero hielo en mis pulmones. Frescura filosa. Quiero tener la inspiración suficiente para no detener mi avance escrito. Quiero suponer cosas que son, que pesan, pero dan susto. Lo quiero para poder darle a las historias como ellas me han dado a mí. Para darles vida, para exigirles vida.
Soy de la generación que se toma los tiempos. No alcancé, me quedé abajo. No puedo abordar los minutos como si fueran instantáneos. Como dos cucharadas, revolver, y al seco. Como lo hacen los nuevos. Como los tactos a modo de roce. Como la tarde y la noche en buena compañía. Como la canción que se escucha a ojos cerrados.
Soy de la generación que no me identifica, que no me aborda, que no revuelvo, que no deja conchos al fondo de la taza. La generación que no me hace sentir viejo, que me hace tocar y tocar con tiempo, que no me dan sólo tarde y noche, sino madrugada. Soy de la generación de los amargados, los melancólicos que se quedan suspirando al sol naranjo, que se aferran a melodías desencadenadas en casettes humedecidos. Ecos. Muchos ecos de sonidos eléctricos que debieran olvidarse. Tristes. Más yo me aferro a la alegría, a lo importante. De-generación corrupta que en el fondo me gusta. Como a todos. Como a todas...

Y acá que hincho mi pecho en la previa a la sonrisa. Es como si me preparara para todo. Y acá que la mano, los ojos, la boca, las piernas envolviendo. Cubriendo mis miedos como si una húmeda lengua alimentara mi existencia. Como si tu lengua fuera la lengua del mundo. Lejana, sí, como cuando bailas, pero al mismo tiempo tan cerca, sí, como estos sorbos de té matinales. Como abril y sus canciones eternas.