viernes, enero 29, 2010

un día

Muevo la patita al escuchar Haydn. La muevo y es como que no debiera hacerlo y afuera no hay sol y las nubes con grafito otra vez. Pero en fin, entre los ritmos que da mi zapatilla vieja me voy al google para ver algo que se me vino al frente. Pero clickeo, agrego un punto de más y me redirecciona a otra página fea, llena de sinsentidos en inglés. Bah. Es como la vida, pienso, si hay una palabra de más en una conversación todo cambia, nada es lo que originalmente tenía que ser; una exclamación en cierto lugar, una expresión mal decodificada, y te redireccionas a otro aspecto y color del día, a otro peso de las ganas, del afecto. Todo es tan frágil en un diálogo. En el fondo todo, absolutamente todo en la vida es tan frágil.

Seleccionar+Borrar+Click. Ahora sí. Estoy con google abierto, mis dedos en actitud de tecleo y olvido qué es lo que venía a buscar. Cierro. Escribo. Da lo mismo. ¿me da más? No, me da lo mismo. Mientras, las melodías de un lado al otro, y la patita que se mueve todavía, que se rige por sensaciones y mi dedo índice que recorre el espaciador del teclado. Un lado a otro, suave. Qué gran invento los fonos. Sino fuera por ellos mucho pensamiento quedaría dando bote en mi cabeza sin ser plasmado. ¿cuánto se pierde si no se plasma? ¿lo que no se plasma se pierde? Por ejemplo, hoy no leí pero disfruté el paisaje ¿perdí lectura o gané paisaje?

Una alarma me confunde las ideas, las diluye. Pero es normal. Yo soy normal. ¿lo soy? Un sorbo de café y bien, hoy de vacaciones. El libro se escribe. Yo escribo. Se despeja otra vez.

martes, enero 26, 2010

declaración culiá Número... en fin

Igual es loco pensar que este blog de cositaslocasalviento, y derivaciones costumbristas de un penquista paranoico, es tan pero tan poco visitado por la gente que me rodea (dícese de la gente que me ama, quiere, estima, odia etc), que alguna vez podría publicar la antesala a mi suicidio y nadie se enteraría de la despedida previa. O no sé, podría decidirme a escribir alguna confesión grotesca y retorcida. O irme de inspiración por algo bien cortante, horrible, incluso depravado, y la lectura de los míos, de la gente que me conoce, probablemente (para no decir seguramente) brillaría por su ausencia. Nadie se enteraría. Ahora, la dicotomía de ser leído o no (y ahí nace la paradoja de para qué escribes y toda la huevada), tiene pros y contras. Pero como el riesgo a que alguien en alguna situación milagrosa, de alineamientos de planetas, se decida entrar a leer mis líneas, me guardaré los detalles en algún rincón de la vida.

lunes, enero 25, 2010

Vaya, no sea flojo/a

Relato publicado en LaPollera.cl. Lea y comente y diga algo y le aseguro dormirá en paz.



"Por puro saber"


click ahí, arribita, en el nombre del relato.

jueves, enero 21, 2010

Organización

Listo, hoy agarré mis cosas bajo el brazo y me lancé cerro abajo con la punta de la lengua afuera. Corriendo como picapiedra. Secándome con cada paso hasta llegar a la Plaza Aníbal Pinto.
La escena: los mismos maestros tomando café, los adoquines mojados, los turistas madrugadores que se asoman a tomar fotos pintorescas, y esa pareja de pacos, relajados ellos, que parecieran turistear también. Todos, y yo, y otros tantos que bajan a paso firme, todos parte de una grilla cotidiana agradable. Y para variar, infaltable, el gato con bigote hitleriano que ignoró mi celeridad matinal, como siempre. Entre pasos largos, y tratar que los fonos no salieran disparados de mis pailas, fue gracioso darme cuenta que el minino, con esa tendencia estilística tan facha, viva en una biblioteca popular que presumen en letra grande lo POPULAR. En un lugar repleto de Víctor Jara's, Violeta Parra's y Allende's. Propiedad - atención - de un tipo tan, pero tan caricaturescamente zurdo, que emula al Che desde su boina verde con estrella en adelante. Plop. Como sea, a quién le importa. ¿En qué estaba? El gato... me gustan los gatos, y el felino hitleriano, aparte, me cae bien. Es de esos que te miran sin mirarte. Esos que entrecierran los ojos y se desenfocan en un punto de fuga distinto. Más allá del entendimiento humano. No te pescan y no tienen la menor intención de hacerlo tampoco. Un cuchito cuchito a la pasada no más, cruzar mi brazo izquierdo sobre mis cosas y apurar el tranco al borde de las veredas. Abajo diviso una de las micros verdes, las que me sirven, y si se me pasa, ay de mí, cagué. Apure, mijo, chicotée los caracoles, y mis talones que a cada paso parecen retumbar en mi nunca. La canción que en los fonos da paso a la otra ahora es sólo ruido. Dedo índice en alto. Arriba. Gracias, buenos días, sí, directo-Viña del mar. Micro vacía. Afuera mi libro, una revisada de pasada a mi moleskine de mentira, y hormigueo en mis pies. Música y viaje. Bien.

Últimamente mis mañanas son correr, bañarme, comer, lavar la loza, alargar los pasos, cerrar con llave, dejar bolsas, querer volver a besarla. De verdad, querer volver a besarla y no salir más. Deseos felpudos de hacer de mi jornada un asunto ridículamente corto. Una nanojornada. Onda, chao, me voy, hola, fue un día agotador! Quedarme asomado en la ventana, tomar un café esperando a que despierten, viendo un cielo preciosamente nublado, como hoy. Poder sorprenderlos con un desayuno grosero, memorable, dedicado, y al mismo tiempo sencillo: té y huevos revueltos. Lo mejor. Y la raspadura al pequeño hombre que levantará sus cejas y dirá alguna frase publicitaria, de puro gusto. Pero no, correr y correr para luego seguir corriendo. Es mi realidad de las últimas semanas. Creo que debo urgar, actuar y cambiar algunos minutos de alarma, y la alarma misma del aparato celular. A ceci le carga y hoy me di cuenta que a mi también, apenas tengo oportunidad silencio el ring de un manotón. Esté dónde esté. Quizás incluso pongo la cara del gato hitler de puro disgusto. Y, no sé, parece que soñé con una mañana holgada la otra vez. Y la quiero a mi alcance. En esos tiempos recientes en que incluso me alcanzaba para leer un poco. O para escribir. O para sentarme un rato a escuchar como el mundo inicia su frenesí normal. Organización le dicen. Creo conocer esa palabra. Quiero ver más en mis mañanas. Más de lo que veo. Qué le voy a hacer, ese tipo de hambre me identifica.

jueves, enero 14, 2010

A propósito, yo decía no más

Antilopes rojos con un toque de estragón en sus pasos. Así, tal cual, y como un duende bailando salsa cuequera en las faldas de una mujer negra de felpa. Dificultad práctica, facilidad de construcción mental. La iluminación no tiene cuenta por pagar. Y con lo infinito que pueda ser, por muchas ventanas que vaya abriendo, la idea es buscar y seguir buscando apenas lo encuentre. Práctica; lo infinito del aprendizaje en todas las cosas; experimentación; degustación de sabores. Y el naranjo venoso de los ojos cerrados que se enfrentan al sol.

lunes, enero 11, 2010

lunes, enero 04, 2010

y qué dicen las malas lenguas

dicen que las posibilidades y las ganas de tener o no tener un libro a veces me dan risa. Ganas. Deseos. Ganar deseos. Deseos de no ganar más que un par de líneas conexas (como si eso fuera fácil). Y entre que deseo no tener nunca, y soñar que lo tengo y lo disfruto, no hay más que ecos tibios que llegan al calor total, al rojo vivo, cuando retomo mis letras y pongo el punto final. Y es ahí cuando vuelvo a respirar, porque ese punto es siempre seguido. Con todo el juego de palabras que ud quiera darle.

mientras, http://notengolibro.blogspot.com/