jueves, octubre 21, 2010




Abogando a los venideras jornadas me expulso por entre mis orificios nasales con afanes confusos y morados. Una especie de explosión. Me obligo a salir de mi un ratito, cerrando los ojos y sonándome de manera incomprensible, metafísica si se quiere.

Un amigo me dijo que yo daba buenos consejos, tal vez desde fuera pueda guiar un poco mejor esas ideas saltarinas que se me cuelan, mañana, tarde, noche, en las rutinas de diseñador provinciano. Si me encuentro, no me suelto, me atiendo, me comprendo, me acaricio el lomo en los silencios creados. Soy un gato bípedo, diría, pero no, cómo se me ocurre! más respeto con los gatos.

Hay desayunos que saben mejor y en el fondo son iguales, basta con un aire, una meditación temprana, un agradecimiento o la mantequilla de fácil derretir. ¿qué son los días sino un desayuno eterno? Al menos para mí lo son. Algo así como, ok, voy a ponerle mermelada y a quitarle mantequilla, quizás unos huevos con estragón, algún arroz thai raspado en la olla de ayer. Un juguito en sobre helado, congelado. ¿Ducha antes o después?. Pizzicato alegrón de danzas cucharonas y sabores lisos en el paladar. El gusto que emerge por los ojos, por mis ojos cafés enrojecidos.

Me sueno otra vez, hay pájaros invisibles que cantan entre los árboles de al frente. El puerto sigue gimiendo grave, por entre, sobre y bajo el mar, en el horizonte algunas gaviotas gritan y se sonríen las noticias marinas... por ahí una pareja extranjera juguetea con sus lenguas rojas al lado de grafittis feos.

Escenas.

Muchas escenas.

Entonces ¿se hace algo con todo eso? Es lo que hay, simplemente, y yo sonrío porque sé que viene el brindis, la comida, el sexo, el amor, las rabias y el aprendizaje tedioso, los aires no equalizados, las sorpresas, la perdida y la recuperación de memoria enmohecida. Sonrío porque algo siento que se cocina, me caiga bien o mal, me dé o no cagadera, el aire me lleva a decir, a hacer, a bailar o a echarme mirando al barco que se va, y me saboreo groseramente con todas las sequedades existentes, con los jugos perdidos en la mochila, con el lápiz que necesito y quiero ocupar.

Antes de dormir veo escenas cortas, fotogramas confusos.

¿qué dices?

Nada, su ojos me disparan fuerte, sus palabras me contienen y yo... yo me vuelvo a expulsar, en señal de apoyo, claro está.




Fotografía: Yuanling Wang