jueves, febrero 25, 2010

dos

Ok, si veinte años es nada, entonces dos vendría siendo la cagada misma, una nimiedad absoluta, pero no, en dos años pasan muchas, muchas cosas: se te mueve el escenario, hay una especie de minga interna, y de pronto abres la ventana en otro lado, con otro prado al frente, con un aire renovado y distinto, con aguas que en su corriente dejan al descubierto sectores que creías inexistentes. Heavy. Hoy lo comprobé. Esto de acá abajo lo escribí un día como hoy, 25 de febrero, pero del 2008, hace dos pinches años en Quilpué. Es loco ver que en la exactitud del día, de la fecha, los cambios pueden ser groseros y delicados al mismo tiempo. De ver mis pies a tener una visión más total de las cosas. Hoy hace dos años, hace dos años y el hoy, qué tal.


Monday, February 25, 2008
segundo
Hoy desperté de lo más relajado pensando que era sábado. Excelente. Es justo lo que necesitaba para empezar la semana. Estuve un par de segundos semi inconsciente antes de centrarme en la realidad laboral, en el lunes maldito que me palmoteaba la cabeza. Prendí la tele y las noticias festivaleras me sirvieron de ruido mientras hacía lo mío.

El detalle que se me había ido, y que recordé con gusto mientras giraba la tapa del termo, era que éstos, los últimos días del verano, como muchos le llaman, eran el comienzo de mi lanzamiento al relajo, de mis vacaciones tardías y felpudas. Apenas llegue el viernes, comienzan mis dieciséis días de libertad en lo que a diseño respecta. Los días de hacer nada y todo ( como el spot ese de Limón Soda).

Mientras desayunaba, mientras Luchito Jara decía no sé qué tontera, me alegré, me revitalicé. Todo eso dentro de lo que se puede a esas horas: nada muy efusivo y lúcido tampoco. Digo, aún no me bañaba, mis pies descalzos, en contacto con el suelo, me mantenían frío, parco, malhumorado. Pero bien, super bien.

Esta vez, el viaje a Conce llega en una fecha bien espinuda y pesada: es marzo en toda la plenitud maricona-caga-ondas de la diversión total. No recuerdo haber viajado en tal tornado de estrés general. Es más, pocas veces he llegado al "Collao" un día de semana, y muchas menos aún, de día. Esta vez, será el momento más que indicado. Averiguando en internet descubrí la diferencia de precios que hay desde éste sábado al lunes, y créanme, esas cinco lucas de ahorro que hay son más que suficientes para olvidarme del finde y esperar. Además, el día en sí no importa. Hay tiempo. Lo que importa son las ganas. Además, a modo de Bonus, con esas plata recortada de los pasajes, puedo hacerme acreedor de dos libracos usados para el deleite total de mi verano "marziano".

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