martes, septiembre 16, 2008

Tiquitiquití!

Son varios los dieciochos vividos, son pocazos los recuerdos que tengo. Ahí, por decir algo, tengo escenas avanzando por los suelos con aserrín; allá, tirando argollas en las botellas; acá, peleando con una empanada jugosa; y más al fondo, una china agitando un pañuelo mojado con vino.

Entre las felicidades de un país alcohólico - pero simpático - entre la técnica para la cueca (al más puro estilo Lagos Weber), nuestros hermanos bolivianos sufren los golpes de la oligarquía asquerosa. Y el gas, y los pueblos indigenas, y el 75% de un país que se defiende como puede. Hay un huracán que se repite, y me duele decirlo... chiste repetido sale podrido. Pero el pañuelo sigue agitándose, a pocos parece importarles ver las piedras volar entre el humo, menos si es en el extranjero...

Avanzando en los días, miro el destello de luz entre las banderitas de nylon, y listo, que las cumbias empiezan a sonar por entre las ramadas sin ramas. Las cumbias y las cuecas de poncho tricolor, de botas lustrosas, de espuelas filosas sin una pisca de barro, pero con unas gotitas de sudor y sangre obrera. El canto quinchero de los señores de la querencia, peinados para el lado, y diciendo con la entonación graciosa del facho despreocupado, chita, pero chitaaaa que esta linda mí tierra. Su tierra que es nuestra, su tierra que es de todos. Y más allá, tras bambalinas, el verdadero chileno y el chile verdadero y el verdadero sentido de serlo. Pero serlo es en estas fechas es tejer chauvinismos gruesos, asfixiantes como las cuecas, apestosos como el disfraz de folklore que con tanto gusto se zapatea; como los timbrecitos patronales que van haciendo de los dieciochos más galantes un engendro de motivos para olvidar qué diablos significa vivir en un país como este: solidario, pero chaquetero; alegre, pero apocado; borracho, pero simpático.

Por suerte Víctor, por fortuna Violeta, por gloria los cantos a lo divino y a lo humano. A pesar de la contaminación cómoda de la globalización, la fuerza de esa identidad se resiste a perderse en los ecos de un festejo ensordecedor.


Aro, aro, aro, tiki tiki tiii, y salud!

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