martes, octubre 07, 2008

arde, arde, EL BOLICHE!


Debo pensar en cómo armar las piezas, en cómo disponer las cartas (en blanco, claro) sobre la mesa de madera (en blanco, claro). Esta idea de autoeditar algunas de mis historias, me tiene ahí, sobrevolando (no sobrevalorando, aunque podría discutirlo) mi propia cabeza; a centímetros pocos, y a unos cuantos de más. Es tanto lo que hay, lo que anda por ahí, que de hacer lo que quiero tendría que dedicarle noches y mañanas; días completos de ideas e imágenes pinchándome por dentro; de ojeras y ardores varios; de citas, cartas, insomnios, mañas y cañas.

Me gusta.

Estoy seguro que también le va a gustar a otros, a otras,a otraos, y asdfrt varios.

Eso sí, aún las nubes no forman nada. Veo, y son simplemente eso: nubes. Pero empiezan a salir manos, y de las manos a tomar forma, y de las formas a los bocetos de lo que quiero mostrar, y de ahí a la carpeta transparente (la que está bajo los vhs y algún viejo cable usb sin uso).

Y allá lo veo. ¡Y allá lo vas a ver tú, te dicen!

(¿pero?) Pero voy a tomar tiempo, ron, y coca-cola. Pero voy a seguir con botas para no hundirme en el fango de letras (sopa, fango, da igual). O al menos, si me hundo, la idea es no ensuciarme entre los dedos. No me preguntes porqué. No todo tiene respuesta, lector(a) espacial.

Hoy, mañana y pasado; el viaje y los cuatro años; los textos (lostextosylostextos)una cuestión de redes, el amor, y otras tantas bandas... y qué cosas, ¿No?

Pero ahí va la vida loca. Entre todas mis ideas (que de buenas sólo tienen la idea que lo son), le doy vuelta al asunto. Y voy queriendo más de puro querer, porque así soy yo. No por inconformismo; no por complacencia barata (bueno, tampoco es cara). Cómo podría ser algo así: son años de experiencia en el campo de lo absurdo. Hay magísters de por medio. Además, no es tan clara la cosa como para andar escribiendo cosas así. Uh, dije cosa dos veces (hay una película que se llama La cosa).

Ah! hoy, un gato negro se me cruzó en la calle. Y yo le dije, oye, gato negro de la malafortuna, tómate la leche. Pero iba solo y me dio risa. Sobre todo porque no lo dije, y simplemente lo mascullé y el gato se fue corriendo como loco, y yo encogido de frío.

No hay caso: me hago tanto reír.

Y así mi cabeza en varios lados. Y así con la autoedición.

No hay comentarios.: