jueves, julio 14, 2011

Así con la cosa (18)

Ya me quedan pocas páginas para terminar lo que, para mi, es el libro más divertido que he leído en harto tiempo (Tokyo Blues, de Murakami). Voy pensando en eso cuando me bajo de la micro. En eso y en que, a pesar de que me cargan los pantalones que llevo hoy, cada día me importa menos su incomodidad. Además, después el cielo me distrae. Avanzo los metros que me acercan a la agencia, disfrutando esas tonalidades que, en la previa de las lluvias, hacen de las nubes algo más tangible y trágico. Más penquistas digo yo. Es probable que hoy se termine el día con una buena chubasquera y me gusta, a lo Facebook.
Siento un poco de frío, miro el libro asomado en mi bolso como diciendo "hoy se termina todo" y paso a comprar una lámina de queso al negocio de la esquina. El pan me lo traje de la casa. La señora que atiende es una especie de Droopy con pelo largo. Un personaje que, históricamente, con suerte saluda y que hoy, en un acto sinceramente perturbador, tira la única talla que le he escuchado en años! Sé que es talla porque lo dice, me mira y se ríe. Pero yo estaba escuchando noticias y, qué le voy hacer, no le entiendo. Para ser cortés, me río, pago y me llevo el queso. Camino medio minuto, la última mirada a las nubes dramáticas y a trabajar. Qué más puedo decir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

quedé con ganas de saber la talla...
aaaaa que sapa

tierragramas dijo...

suelo escribir las cosas porque las olvido. Bueno, no escribí la talla, aunque algo me dice que no lo hice por un asunto de peso...